Médico venezolano cuyo trabajo ha marcado un hito importante dentro de los estudios epidemiológicos, al desarrollar una vacuna para la cura de una de las enfermedades más terribles en la historia de la humanidad, la lepra. Este notable aporte a la ciencia médica, le valió ser postulado en 1988 para el Premio Nobel de Medicina. Fueron sus padres Francisco Convit y Martí (inmigrante catalán) y Flora García Marrero, venezolana. Quienes aparte de Jacinto, tuvieron cuatro hijos más, Miguel Ángel, Reinaldo, René y Rafael. Puede decirse que la familia Convit García fue por mucho tiempo una familia “pudiente”, hasta que circunstancias extrañas al hogar, precipitaron una crisis económica que coincidió con los años en que Jacinto debía comenzar sus estudios universitarios. Su educación secundaria la realizó en el liceo Andrés Bello (Caracas) bajo la dirección de dos insignes maestros: Rómulo Gallegos y Pedro Arnal. En 1937 conoció a quien sería su esposa, Rafaela Martota (enfermera), contrayendo nupcias con ella el 1° de febrero de 1947, siendo padre de cuatro hijos: Francisco (1948), Oscar (1949), Antonio y Rafael (1952, quienes son gemelos.
El 19 de septiembre de 1932 ingresa a la escuela de medicina de la Universidad Central de Venezuela. En septiembre de 1937 recibe el título de Bachiller en Filosofía, optando enseguida por el título de Doctor en Ciencias Médicas, presentando la tesis “Fracturas de la Columna Vertebral” en 1938. Finalmente, Convit se graduó de doctor en Ciencias Médicas el 27 de septiembre de 1938. El 25 de junio de 1940 se inscribió en el Libro de Inscripción de los Médicos Residentes en el departamento Libertador del Distrito Federal como especializado en medicina interna-enfermedades de la piel. El desempeño sanitario-epidemiológico de Convit se inicia en 1937 cuando siendo estudiante de medicina es invitado por Martín Vegas (profesor de dermatología en la Facultad de Medicina) y Carlos Gil Yépez a asistir a la leprosería de Cabo Blanco (departamento Vargas, Distrito Federal). Inmediatamente después de graduado, es designado médico residente de esa leprosería. Entre 1940 y 1943, paralelamente a su cargo en la leprosería, trabaja como director ad honorem de la Cruz Roja (seccional La Guaira), lo que le permite tener una vivencia más amplia de la clínica médica. Durante este mismo período, asiste también a la consulta de enfermedades de la piel del Dispensario Central, perteneciente a la escuela de Venereología, ubicado de Conde a Piñango (Caracas). En síntesis, a partir de 1937 es imposible separar la vida de Jacinto Convit de la lucha contra la lepra en Venezuela. Hasta 1942 esa lucha consistió solamente en el aislamiento y tratamiento de los enfermos en “leprocomios” que dependían de la Dirección de Asistencia Social del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS). En 1945, Convit es enviado por el Ministerio de Sanidad al Brasil, para observar los servicios antileprosos de ese país, en el cual la lepra es aún un grave problema sanitario. Allí encontró 35.000 enfermos de lepra, hospitalizados en grandes sanatorios, los cuales presentaban múltiples problemas. A su regreso, es nombrado médico director de las leproserías nacionales, cargo que desempeñó hasta 1946. Asimismo, de enero a julio de 1946, Convit es designado médico director de los Servicios Antileprosos Nacionales, y desde julio de 1946 médico jefe de la División de Lepra; correspondiéndole por tanto organizar toda la red nacional de lucha contra la lepra.
En abril de 1961, Convit recibió la Orden del Libertador en el grado de Comendador y en agosto la Medalla Cultura Gaspar Vianna, conferida por el Ministerio de Salud del Brasil. Cabe destacar que durante estos años, Convit invirtió un gran esfuerzo en la búsqueda de un modelo experimental para la cura de la lepra. Para ello inoculó mamíferos, reptiles y hasta peces bajo muy diversas condiciones. En 1989 Convit anunció que había encontrado que armadillos traídos de la zona cercana a la represa del Hurí (Edo. Bolívar) eran sumamente susceptibles a contraer el bacilo de la lepra (M. Leprae), causante del contagio de la enfermedad; a diferencia de los armadillos de otras regiones. A partir del estudio con estos animales, Convit y su grupo de investigadores desarrollaron una vacuna que podía ayudar a las personas enfermas con lepra. Posteriormente, Convit declaró que era viable la utilización del modelo de vacuna contra la lepra, para curar la Leishmaniasis. Resultando con el tiempo un completo éxito en la cura de dicha enfermedad. Como reconocimiento a su labor en la búsqueda de vacunas para la cura de la lepra y la leishmaniasis, Convit fue postulado en 1988 al Premio Nobel de Medicina. Pese a presentar trastornos de salud a partir de 1996, los cuales le obligaron a alejarse un poco de los laboratorios clínicos, Jacinto Convit sigue activo y preocupado por el destino de Venezuela.
Estimada ANNABELLA ONOFRI DEL VILLA
ResponderEliminarquiero felicitarla por la loable labor de dar a conocer parte de nuestra historia médica en el país y especialmente al artículo del Dr. Jacinto Convit.
Sin embargo quiero hacerle una pequeña aclaratoria sobre el nombre de la esposa del dr. Convit en la cual sale en el artículo como Rafaela Martota, siendo en realidad Rafaela Marotta y no fué enfermera sino voluntaria.
Se que este error se ha visto en varias oportuniades en los diversos artículos relacionados con el Dr. Convit y del cual usted investigó, pero le doy ese dato para que pueda corregirlo.
Reitero lo dicho inicialmente y estoy a la orden en mi blog sobre Jacinto Convit cuya dirección es: jacintoconvit.blogspot.com
Gracias por su tiempo.
Rafael Convit H.
sobrino del Dr. Convit
Hola Sr. Rafael, Gracias me halaga su comentario. La referencia sobre este articulo la tomé de otra publicación de prensa en otra página, por lo que el error se vino con ella, debí colocar de donde tomé dicho articulo ( un poco de inexperiencia en estas cosas ). Espero conseguir mas respuestas con respecto a las fotografías publicadas.
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